mi hijo Juan diseñando la Iglesia del futuroCreo que hay muchos creyentes con inquietud, que desde el amor a la Iglesia quieren hacer realidad, precisamente eso, la Iglesia con mayúsculas.

Porque cuando sabes que la Iglesia es algo real y concreto, que cuando dos o mas nos reunimos en nombre de Jesús, él está en medio de nosotros (Mt 18,20), hay muchas formas habituales que pierden completamente el sentido. Precisamente, conocer la Iglesia, hace que muchas de las cosas que pasan cada fin se semana en nuestras iglesias resulten desesperantes.

Aunque la Iglesia tiene fama de no cambiar, creo que unos pocos años bastan para cambiarlo todo. Pero es necesario que queramos que cambie y que busquemos a qué debe cambiar, cuando algo real se pone en marcha, creo que resulta imparable. (Hch 5, 38 -39)

Yo ahora que tengo dos hijos pequeños (uno de ellos en la foto, diseñando la Iglesia del futuro) me pregunto ¿qué podemos ofrecer a nuestros hijos? ¿formas que valen como costumbre social y que han perdido su sentido espiritual? ¿sacramentos que ya no valen a casi nadie?

Yo quiero y no me voy a cansar de buscar compañeros de viaje para esos cambios.

3 comentarios en «Diseñando la Iglesia del futuro»

  • ¡Hola! Vuelvo a tener algo que decir! 🙂

    En el encuentro de españoles que tuvo lugar la semana pasada en Taizé estuvimos trabajando sobre unos extractos de una carta pastoral de los obispos vascos (el único enlace que he encontrado del documento completo es este: http://www.marianistas.org/espiritualidad/pastoralvasconavarra-2005.rtf ).

    En ella se proponen algunos rasgos o actitudes de una espiritualidad cristiana adaptada a los nuevos tiempos. Son estos:

    – CONFIANZA (en contraposición a OPTIMISMO). Actitud básica. El optimismo se agota y se transforma en decepción cuando pasa el tiempo y no se obtiene lo esperado. La confianza crece con el tiempo. [Este comentario no es de los obispos, sino que salió en el grupito de trabajo en el que yo participé en Taizé]

    – FIDELIDAD (en contraposición a í‰XITO), es decir, «un amor que resiste al paso del tiempo». No abandonar simplemente porque no se obtengan los resultados esperados.

    – RESPONSABILIDAD (y no CULPABILISMO).

    – ESPERANZA (y no NOSTALGIA). La nostalgia genera tristeza y ésta a su vez genera pasividad. Nosotros esperamos en algo seguro, algo que nos ha prometido el Padre, nos lo ha mostrado a través del Hijo y que gracias al Espí­ritu Santo poseemos ya como semilla (Rm 8 ). [Esto último es interpretación mí­a]

    – PACIENCIA (frente a PRISA). No es resignación ante el mal; es intentar una y otra vez mejorar sin desmayar en el empeño. Paciencia orante y activa.

    – APRECIO DE LO PEQUEí‘O (y no AMBICIí“N DE LO GRANDE), que es de lo que «está hecho» el Reino de Dios.

    – SINTONíA o PROXIMIDAD (frente a DISTANCIA). Sintoní­a con Jesuscristo y proximidad con la humanidad.

    – SANACIí“N (frente a CONDENA). Jn 3,17.

    Me gustó mucho el enfoque del documento en general, y sobre todo el párrafo (al final del punto 37) en el que se dice «Lo que está desapareciendo no es el cristianismo, sino una forma histórica de ser cristianos» (frase sacada de J.M. TILLARD, «Nosaltres som els darrers cristians?», en Qí¼estions de Vida Cristiana 190 (1998).)

    No sé! Cuando te leo, dudo si estás proponiendo o no un cambio TODAVíA más radical que esto! Para mí­, si mucha gente (obispos sobre todo) se leyera este documento e intentara entenderlo mí­nimamente, ya significarí­a mucho!

    Dejando obispos a parte!

    Creo que, por supuesto, somos nosotros, la familia cristiana, los que tenemos que ponernos a disposición (de Dios) para que algo mejore o cambie.

    «No pierdo la esperanza, de un nuevo amanecer.»

  • Hola,

    No te habí­a leí­do nunca y de hecho no nos conocemos, a diferencia de algunos de los que te ponen comentarios.

    Es encomiable tu esfuerzo y valentí­a al difundir tus creencias tan abiertamente.

    No puedo dejar de hacer una pequeña reflexión sobre el comentario de «¿sacramentos que ya no valen a casi nadie?». A mi me han servido y mucho. Si a alguien no le sirven, probablemente será porque no está en condiciones de recibirlos, pero no es razón para ponerlos en duda. Hacerlo serí­a tanto como dudar de El Espiritú Santo y sus dones. (1 Tes 5, 19-21)

    La Iglesia debe aceptar (y acepta) las novedades buenas que van surgiendo con el tiempo. No creo que se deban cambiar los sacramentos, aunque tal vez se podrí­an cumplir de otra manera.

    Un cordial saludo.

  • Gracias por tu comentario. Con la frase sobre el «valer» de los sacramentos, no pretendo preguntarme sobre su razón de ser o su necesidad. Por ejemplo, yo, al igual que tú puedo afirmar que a mi me han servido y me siguen sirviendo. Pero también asisto impotente a la dificultad de asumirlos que tienen muchos jóvenes de hoy en dí­a, con los conocimientos y experiencias de hoy en dí­a y te aseguro que con grandes deseos y aspiraciones.

    Precisamente porque conozco los dones del Espí­titu Santo, veo como obra en muchos jóvenes, pero sin embargo en seguida nos encontramos con formas y palabras, que han perdido el sentido de aquello que querí­an contar. Yo, sin dudarlo, Sacramentos sí­. Pero invito a todos a que entendamos qué ha dicho y dice la Iglesia que es un sacramento, y entonces quizá nos asustemos de lo que estamos haciendo.

    En el próximo comentario que ya tengo preparado, lo pongo ya, voy a centrarme en la Eucaristí­a.

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